Un día de estos sonarán las campanas. Será un año más y
a nadie le importarán las luces por
las
paredes.
Un día de estos,
sonarán los corazones al amanecer helado y,
absorberemos nieve de camas ajenas.
Sin anestesia y a contra-corriente.
Y yo:
Sonámbula ya no,
pero tampoco dormida.
Coseré sobre los párpados un océano
en
guerra con la orilla.
Tan infinito como relleno de pasión.
Sí, pasión. Porque aún es posible aunque la mayoría se
empeñe en
no creer
-lo.
Y yo soy más
de:
Sentir.
Sí,
permíteme sentirte.
Teñirme las puntas con miel y susurrar por tu espalda
caricias
en tiempos de siesta.
Hazlo. Escucha bien lo que te digo.
Estos latidos son por tu no presencia.
Y yo soy
cuanto:
Cabe en estas manos recién sacadas de algún país de nieve
aún
por
descubrir.
Silencio.
Suena la campana.
Huele a muerte en el Amanecer.
Una distancia que es viento del sur hacia el norte.
A cuatro horas por segundo.
Ve. A desconocer un poco más las agujas del tiempo que a saber si llega.
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