lunes, 19 de diciembre de 2011


Un día de estos sonarán las campanas. Será un año más y 
a nadie le importarán las luces por 
las 
paredes.

Un día de estos, 
sonarán los corazones al amanecer helado y,  
absorberemos nieve de camas ajenas. 
Sin anestesia y a contra-corriente.

Y yo:
Sonámbula ya no, 
pero tampoco dormida. 
Coseré sobre los párpados  un océano 
en 
guerra con la orilla. 
Tan infinito como relleno de pasión. 
Sí, pasión. Porque aún es posible aunque la mayoría se
 empeñe en 
no creer
-lo.

Y yo soy más 
de:
Sentir.
Sí,
 permíteme sentirte. 
Teñirme las puntas con miel y susurrar por tu espalda 
caricias 
en tiempos de siesta. 

Hazlo. Escucha bien lo que te digo. 
Estos latidos son por tu no presencia.
Y yo soy 
cuanto:
Cabe en estas manos recién sacadas de algún país de nieve 
aún 
por 
descubrir.

Silencio.
Suena la campana.
Huele a muerte en el Amanecer.
 Una distancia que es viento del sur hacia el norte. 
A cuatro horas por segundo.

Ve. A desconocer un poco más las agujas del tiempo que a saber si llega.

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